31 de octubre de 2005

Noche de Disfraces

A pocas horas del evento esperado por todo pequeño depredador, el Hallowe'en, vienen a mi memoria, no las imágenes de fiestas o travesuras, sino el recuerdo anecdótico de un detalle crucial.
En mis años escolares la fecha me fue algo indiferente quizá porque me tocó vivir el nefasto quinquenio aprista cuando incluso los caramelitos de limón escasearon. Recien ad portas la secundaria se despertó mi interés por tan magno acontecimiento cuando a la directiva de la promo de 6to de primaria se le ocurrió la estupenda idea de armar una fiesta de disfraces para que los pequeños enemigos confraternizaramos.
Como era de esperarse con la expectativa generada se produjeron los dilemas y conflictos: ¿Que michi me pongo? ¿Donde encuentro el disfraz? ¿Cuanto va a costar?... ¿Y si me queda feo? A tan temprana edad empezamos a encontrarnos con la realidad en la forma de limitaciones económicas (Alan conch...) y de tensiones entre compañeros por la bendita competencia.
Como tod@ niñ@ buen@ no presioné a mis papis para que me compraran un superdisfraz con los personajes de moda (Rambo, Thundercats, Transformers, etc). Sin embargo, como era de esperarse, fue mi mami la que más interesada estuvo en que no haciera el ridiculo yendo con un disfraz "misio": pensaba disfrazarme de vaquero con mi lompa jean, camisa a cuadritos, un sombrero y punto. Mi madre me preguntó si quería verme "más mejor" disfrazandome de otra cosa. Inmediatamente me puse a cranear sobre las diferentes y distintas opciones. No sé como, pero vino inmediatamente a mi cabeza que quería disfrazarme de Torero.

- Ay carambas que bien mijito un torero. Si que te veras machote.

Ahora que recuerdo ese episodio, pienso... Ay mami, que ideas tienes!

Nos pusimos a analizar la propuesta: que se necesita para parecer un valiente y apuesto torero? 1. Boina, 2. chalequito de lentejuelas, 3. pantaloncito ajustado y ceñido, 4. pantimedias rosa, 5. zapatillas...
Yo noté que mi madre lo pensó dos y más veces. Yo la miraba y decia: parece que hay algo que no le cuadra y a mi sí. Que será? De todas formas ella conservó el entusiasmo, al menos así lo parecía, y fue adquiriendo unas cuantas cosillas para mandar a hacer el disfraz.

Entre tanto mis compañeritos también estaban en lo suyo. Recuerdo cuando fuimos en mancha a acompañar a un amigo a ver su disfraz al entonces Sears (hoy Saga Falabella, fúchila) llegando a comprarse el facilón traje de soldadito con su casco y su metralleta UZI a lo Rambo. Como él habrían otros 10 chicos que asistirían al tonito disfrazados de cachacos: Todo un pelotón.

El día de la fiesta, un viernes, aumentaron los apuros. A pocas horas de la fiesta mi mamá regresaba apurada de la costurera con el flamante disfraz. Al probármelo no encontré ninguna incomodidad pero mi madre, cuando no, decía que estaba horrible y me quedaba "chupete" asi que en un ratito (dijo) lo resolvería con su maquina de coser. Fueron como casi 2 horas de "rápido arreglo" durante las cuales me puse a ver "Los Transformers".
A casi 1 hora de la hora, baja mi madre apurada con el reacondicionado disfraz. Más apurada que yo, prácticamente me trato mismo juguete manipulando mis miembros como si fuera Pinocho. Contagiándome de su apuro también entré en psicosis al ver en el reloj que avanzaba el tiempo. Entre detalle y detalle había pasado casi una hora desde que comenzamos con el disfrazamiento.
Al final, casi olvidándose, mi madre sacó de su bolso las zapatillas "de torero" que se olvidó de probarme antes por si no eran de mi talla. Psicosis 2: no había tiempo de cambiarlas..., a la de Dios!
Pero no hubo más alharaca porque las zapatillas "de torero", que en realidad eran slippers de ballet color negro, me quedaron perfectas. No sólo eso, sino que -a diferencia del resto del disfraz- era toda una comodidad. Como una segunda piel.
Mi mami y yo compartimos algo de la misma emoción, aunque lo de ella iba más por la satisfacción que otorga la misión cumplida.

Llegando casi una media hora tarde no entré precisamente como un tardón. Otras familys habían pasado por similares contratiempos, asi que prácticamente entramos en manchón. El apresuramiento no era para menos porque teníamos que acabar antes de las 10 por el bendito toque de queda.
Como eramos niños, durante la fiesta nos fastidiabamos los unos a los otros y yo inevitablemente también fui objeto de algunas burlas aunque la peor parte no me la llevé yo sino uno que se disfrazó de Rambo con medio cuerpo calato al que medio mundo no paró de darle palmadas, y una niña que supuestamente se disfrazó de gatúbela pero más parecía terruca con su pasamontañas.

Pero ese día no había terminado en cuanto a descubrimientos, y entonces me encontre con una compañera que se disfrazó de campesina (?) y se había puesto unas zapatillas igualitas a las mías. Creo que inmediatamente ambos nos dimos cuenta de que teníamos algo en común, y no precisamente la amistad porque antes no nos hablabamos ni para plagear. Nos saludamos e intercambiamos algunas palabritas. Entonces hizo la temida observación

- Hey tienes zapatillas igualitas a las mias
- Uy, si pess!! Es que mi mamá...
- Son ricas verdad?

Imaginense como me puse
- Pues si
Sentí algo de verguenza, propia y ajena. De allí vino el nerviosismo y pensé en quedarme descalz@ cosa que así no pasaría "roche".
Tonterías, pues había estado más de una hora metid@ en medio de todos y ya nos habíamos batido los unos a los otros por la cuestión estética. Mis amigos me llamaron para reventar globos con ellos y asi desquiciar a las niñas. Después nos juntamos en manchas para rajar y contarnos chistes, y así se fue pasando la fiesta.

Como lo teníamos advertido, fuimos abandonando el local cerca de las 10 pm. Yo estaba ronc@ de tanto gritar y reir. Tambien cansad@. De regreso a casa me quite el chaleco porque estaba acalorad@ y boté la boina por allí. Las zapatillas no me las saqué ni cuando me quité el resto del disfraz. Casi para irme a dormir mi madre me pide las zapatillas para guardarlas con el resto del disfraz. Practicamente me había olvidado que las tenía aún puestas. Ni mas me volví a poner el trajecito de torero machote.

Años después encontré apachurrada la bolsa donde mi mamá guardó el disfraz y me acorde de todos los detalles de ese día. En mi cuarto saque de su envoltura las zapatillas que use esa noche: ya no me quedaban.

Obviamente había crecido. Nunca más me volví a disfrazar ni para las noches de brujas de los años finales del colegio. Lo que vino años después ya no fue fiesta ni juego, ni actuación. En adelante todo sería la pura realidad.

7 comentarios:

  1. ja,ja Que buena descripción "Y una niña que supuestamente se disfrazó de gatúbela pero más parecía terruca con su pasamontañas!" ja,ja.

    Con esta historia recordé mis tiempos del "cole" en el que nos separaban por colores y como era del color "Rojo" todos los años me disfrazaban de diablo ... En estos momentos iré a buscar mis fotos y a recordar ;-)

    Muy buena Historia! Y Muy buen blog debo leerte seguido ;-)

    Javicéntrico

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  2. Tu relato es algo así como la version peruana de la película francesa "Mi vida en Rosa". No parece que tuvieras conciencia de tu opción entonces (quien la tendría a los 11 años?) pero vaya que por allí comenzó tu itinerario. Me parece excelente como sabes transmitir ciertas sensaciones.

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  3. Hey gracias por considerarme dentro de tu grupo de "Amigüitos". Adelante con este buen y divertido blog!

    Nos estamos leyendo!

    Javicéntrico

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  4. aquellas experiencias son lejanas pero se sienten tan proximas, y ni hablar del efecto que siguen teniendo en nuestras vidas.

    te seguire leyendo y gracias por la visita.

    saludos

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  5. siempre he pensado que los trajes de torero son muy gays: apretaditos, de colores pastel bien chu y zapatitos pequeños.

    que acertadisimo el comentario de guille: si que pareces una version chola de mi vida en rosa. tu blog es una delicia.

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  6. sii soy algo asi como Ludovic@ Quispeaux, pero valgan verdades no tengo tanto valor como Ludo como para tomar el lugar de la heroína y chaparme al héroe por mas buey que sea.

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