17 de mayo de 2009

La homofobia: comprender antes de condenar


La definición de homofobia incluye muchos fenómenos de disímil naturaleza que hace difícil un abordaje objetivo del "problema en general". Pongo esta frase entre comillas porque muchos de los problemas incluídos en el problemón deberían tratarse por separado. No es lo mismo un prejuicio que un odio o una discriminación. Que un grupo de vecinos no quiera travestis en su calle por los escándalos que arman no tiene la misma gravedad que las golpizas que propinan ciertos energúmenos a un gay por el solo hecho de serlo.

A mi me parece que la causa contra la homofobia esconde algo de cínismo. Dentro del propio ambiente se respira mucho mucho racismo, prejuicio y discriminación. No en todas las discotecas gay permiten el ingreso a travestis. El choleo es moneda corriente. Si como traca aceptas fácilmente un encuentro entonces eres una nena o una lady; pero si te "haces la dificil" eres un "cabro feo". ¿Seré homofóbica porque no me gustan para nada los "traveros" o los autodefinidos como "bisex discretos"? ¿Es también homofobia querer "varoniles" y detestar a la "locas"? En las únicas ocasiones en que puede verse a gays, trans o lesbianas juntos es en las marchas o en los días del Orgullo Gay. Olvídense de encontrar tal "confraternidad" en una discoteca.

La condena de la homofobia y la pretensión de que se la declare como enfermedad solo pueden llevar a una cosa: la inversión de papeles. ¿Qué paso con el ideal de la convivencia? Es como si quisieran que renunciáramos a todo esfuerzo de ganar el respeto por la ilusión de que la ley hará el trabajo por nosotr@s acabando con cualquier rastro de animadversión.

Amig@s: no debemos aspirar a conquistar derechos cuando tenemos tareas pendientes dentro de casa. Mi solidaridad con las víctimas del odio, prejuicio o discriminación, sean gays o no.

10 de mayo de 2009

Mi madre, la madre de un travesti

¿Qué haría yo sin mi mamá? Pensé que le había dado el golpe de su vida cuando descubrió mi homosexualidad por culpa de un maricón que prefirió tirarme dedo para salvarse del escarnio. Me gritó mucho pero no me negó, ni me recriminó (mucho). Pasados algunos meses todo volvió a la normalidad pues le hube convencido que lo mío no iba a significar echar a perder mi vida pues iba a seguir una profesión y hacerme de una carrera.

Pensé que se me había quitado un peso de encima pero no fue así pues yo sol@ me metí en líos. Ya saben como es un@ cuando comienza. Afortunadamente he tenido mucha suerte y no sufrí cosas peores. Pero en ese transcurso por las ansias de diversión fui bajando la guardia llegando a involucrarme en muchas cosas. Apenas podía ocultarlo en mi casa, pero me las ingeniaba para salir vestida con algún "amigo" sin que mi mamá (y los vecinos) se dieran cuenta.

Una noche de esas me descubrió. Desde lo alto de las escaleras me vió como salía "solapa" hecha toda una lady. Apenas gritó mi nombre quedamos amb@s mirándonos estupefact@s por algunos interminables segundos. Después vinieron las preguntas de rigor ("¿qué haces vestido de mujer?", "¿qué has estado haciendo?", etc) y se inició la discusión. Le tuve que confesar a mi madre que me travestía desde hace unos años y que salía así con ciertos amigos.

Sin embargo esta segunda revelación no fue tan "traumática" como la primera. Discutimos pero descubriendo esa noche que mi mamá siempre "sospechó" de lo que finalmente terminó enterándose, tanto mi homosexualidad como mi travestismo. Naturalmente se sintió decepcionada (así me lo hizo saber) pero sin llegar a creer en ningún momento que había caído en lo más bajo. La bastó con que le asegurara que jamás me dediqué ni que me dedicaría al puterío

Pero nunca le llegué a contar sobre los problemas y sufrimientos que tuve que experimentar en el camino y de lo cerca que estuve de vender o regalar mi cuerpo. Yo creo que igual lo sospechaba. Muchas veces me vió con los animos por los suelos, con algunos moretones en la piel o como mandaba a la basura algunas prendas estropeadas o rotas.

Una vez me vió regresar a casa con los pies descalzos y con algunos rasguños en las piernas: no me hizo una sola pregunta. Había perdido mis zapatillas por zafarme de un tipejo. No era la primera (ni la última) vez que me sucedía eso pero de alguna forma ella lo sabía y yo lo sentía así. Al parecer el conflicto entre sus temores y la seguridad que tenía en mí se resolvía con el silencio. Si alguna certeza yo le daba es que yo era de aprender lecciones aunque me tomara tiempo.

Efectivamente deje todas esas cosas atrás. No más juergas, alborotos, ni encuentros con desconocidos. Actualmente converso con mi mamá una que otra aventurilla inocente como un paseo con mis amigos o alguna historia de ambiente como para recordarle que en los noticieros y periodicos o no se dice toda la verdad o hablan puras pavadas.

¿Qué hubiera sido si jamás me hubiera descubierto? Tarde o temprano lo haría pero creo que de haber pasado más tiempo yo no habría tenido ningún interés en cambiar. Seguramente no me hubiera interesado en estudiar ni en cuidarme más. Quizá no estaría aquí contando estas cosas.

Gracias por la vida, MAMÁ!

4 de mayo de 2009

¿Qué pasa en Colombia?

Las noticias que me llegan a través de diversos grupos y colectivos LGBT del Facebook y MySpace no son alentadoras: la violencia contra la comunidad LGBT en Colombia va en aumento. El último episodio tiene que ver con el robo sufrido por la emisora Radio Diversia: fueron sustraidos dos computadores con información y datos del personal y sus colaboradores. No robaron ninguno de los valiosos equipos de transmisión ni el resto del equipo informático. Como podrán notar la situación es preocupante.

Hasta donde he podido informarme los casos de violencia se han dado en el distrito bogotano de El Chapinero, el centro financiero de la ciudad a la vez que su barrio más gay, y en la ciudad de Cali donde ocurren los casos más graves dándose incluso enfrentamientos entre los vecinos y grupos LGBT.

La gran pregunta es ¿cómo se hubo originado esta situación? Colombia es quizá el país latinoamericano más vanguardista en cuanto a legislación se refiere. Por ejemplo el Consejo Bogotano recientemente ha firmado un acuerdo para garantizar los derechos de las minorías sexuales. Sin embargo estos avances no han servido para suavizar las resistencias. Aunque la comunidad gay en Colombia ha logrado muchos progresos en cuanto a ciudadanía, todavía no se libra de los estigmas de la marginalidad por los cuales los inocentes terminan pagando por los pecadores, literalmente.

De esta forma la experiencia colombiana nos estaría enseñando que hace falta algo más que leyes y voluntad política para lograr la tan ansiada convivencia. La autoridad no puede implantar aquello que no nace de la propia gente. Al igual que en el Perú, en Colombia tampoco se puede hablar de "comunidad" gay. Es solamente a nivel de organizaciones civiles que se intenta enfrentar estos problemas. El resto, los gays, lesbianas o trans a quienes -supuestamente- van dirigidos todos esfuerzos (no descarto que haya otra clase de intereses en la lucha por los derechos de las minorías), prefieren irse de rumba a las decenas de discotecas y locales de diversión gay que abundan en las más importantes ciudades colombianas. ¿Qué tendrá que pasar para que tomen conciencia de su realidad?