
Ya me tiene hart@ el tema del pelotero "Chiquito Flores". Medio mundo (porque no todo el mundo es peruano) sabía lo "jugador" que es. Pero algo que no siempre es evidente es como personajes lumpen como él representan a toda nuestra sociedad.
¿Que es lo que captaron los ampays de la urraca? Un pata que se vacilaba con un amigo suyo. Nada de besito gay. El punto es que "Chiquito" bien pudo juguetear con su pata de la misma forma que lo hace medio mundo (porque no toda la gente es masculina en el Perú): mariconeándose. ¿Debería haber escándalo por algo que es común y cotidiano?
Hasta donde conozco, el Perú es el único lugar en el mundo donde el mariconeo es una forma de patería que demuestra cierto grado de confianza que no se tendría, por ejemplo, con un simple "conocido". Gestitos como el "aay!!" y frases como "Oe, no seas cabro!", "Habla, maricón!", "Vaamos, no seas gay!!" pertenecen a la vida diaria de nuestra ciudad y son prácticamente señal de amistad.
Aunque lo parezca eso no nos ayuda a los "maricones de verdad". Refuerza la estigmatización y la discriminación. Si antes ya estabamos cagados con la cultura de la pendejada (donde para sentirse bien hay que joder, cagar o fregar a otro), ahora tenemos que sufrir su versión especializada en concentrar todas las frustraciones de nuestra alicaída sociedad en un solo punto.
Chiquito Flores tenia la opción de recurrir a su vena humorística (coloquial) para llevar deportivamente el tema y dejar mal parada a la super-hipócrita urraca, enterrando el asunto. Pero no. La cagó molestándose por la acusación, afirmándose como "macho". Y como no estaba seguro de haber dejado las cosas en claro, se desfogó con un pobre imbécil metiéndole una patada.
El "macho" es un personaje cagado. No le basta ridiculizar al resto para estar seguro de si mismo. No le basta con aprovecharse de las mujeres y agredirlas cuando no le quedan más recursos que la fuerza bruta. Necesita convencerse a cada momento que no es un verdadero maricón.